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viernes, 20 de enero de 2017

ROGUE ONE: La precuela que Star Wars necesitaba

Jyn Erso, rebelde con causa.

En términos cinematográficos, un McGuffin es un objeto o dispositivo que permite que la trama de una película avance, aunque dicho objeto no posea mayor relevancia para la historia en sí. La Estrella de la Muerte ha sido el McGuffin de preferencia en la saga de Star Wars. Fue el objeto a destruir en los episodios IV, VI y VII, pero cualquier sinopsis de esos filmes se enfocaría primero en relatar la tormentosa relación de Luke Skywalker y Darth Vader, o el romance entre Han Solo y la Princesa Leia, antes de hablar sobre una nave espacial gigante con forma de luna.

Rogue One: A Star Wars Story es el primer spin-off o historia adyacente a la saga principal de Star Wars. Cronológicamente, se ubica entre los episodios III (Revenge of the Sithy IV (A New Hope), justo cuando es construída la primera Estrella de la Muerte. Sin embargo, cuenta con un reparto completamente nuevo y, por primera vez, no hay Jedi ni sables de luz a la vista. En su lugar, tenemos a Jyn Erso (Felicity Jones), una rebelde con causa que no necesariamente simpatiza con la Alianza Rebelde, pero cuyo ADN es clave para descifrar la nueva arma letal construída por el Imperio Galáctico, pues es la hija de Galen Erso (Mads Mikkelsen), el ingeniero responsable de la construcción de la Estrella de la Muerte.

Cassian Candor y K-2SO (Kaytoo)
El film comienza durante la infancia de Jyn, cuando Galen es separado de su familia por el agente imperial Orson Krennic (Ben Mendelsohn). Jyn permanece escondida varios días hasta que es encontrada por Saw Guerrera (Forest Whitaker), amigo de su padre y antiguo miembro de la Alianza Rebelde, quien la cría por el resto de su infancia. 15 años después, el espía rebelde Cassian Andor (Diego Luna) rescata a Jyn de una prisión imperial, con la condición de que ésta lo ayude a encontrar a Galen. Sin embargo, el verdadero plan de Cassian es asesinarlo sin hacer preguntas.

Para completar esta aparente misión de extracción, Jyn y Cassian cuentan con la asistencia de Bodhi Rook (Riz Ahmed), un piloto imperial desertor y amigo de Galen; el robot K-2SO (Alan Tudyk), mucho más altanero e irónico que C-3PO; un ferviente guerrero ciego creedor en la Fuerza llamado Chirrut Îmwe (Donnie Yen) y su compañero Baze Malbus (Wen Jiang). Como es de esperar, la misión embarca al grupo en un camino inesperado que los lleva a intentar robar los planos de la Estrella de la Muerte, y nuevamente el McGuffin preferido de Star Wars entra en juego.




Si bien Rogue One es un episodio aislado de la historia principal de Star Wars, el director Gareth Edwards realiza un gran trabajo al presentar a la mayoría de estos nuevos personajes con el bagaje necesario para generar afinidad en la audiencia. Jyn emana un estoicismo que la coloca siempre en ventaja ante cualquier intento por amilanarla, venga de amigos o enemigos. Felicity Jones brinda otro personaje femenino intrigante a la saga, apenas un año después de que la Rey de Daisy Ridley sorprendiera al mundo en The Force Awakens. Por su parte, Cassian es el primer personaje rebelde que posee una moralidad dudosa, un cambio interesante dentro de una saga que suele delinear con claridad la bondad de los héroes y la maldad de los villanos. A menor escala, el resto del equipo deja una huella importante dentro de esta galaxia, además de que está conformado por  el elenco más diverso de cualquier film de Star Wars.

En cierto modo, Rogue One alcanza convertirse en la precuela que los episodios I, II y III desearon ser. En perspectiva, si el origen de Darth Vader se hubiese contado en un sólo film en lugar de tres, quizás la percepción del público hacia Anakin Skywalker sería diferente. Y hablando de Darth Vader, Rogue One cuenta con la presencia del famoso villano en todo su esplendor, incluida la voz de James Earl Jones. Vader aparece en sólo un par de escenas, pero su participación en la historia es tan efectiva que ayuda a borrar de la memoria la triste escena final de Episodio III, que hasta ahora era la última escena de Vader en la gran pantalla.

Los AT-ATs regresan.
Otro personaje que regresa a Rogue One es Grand Moff Tarkin, quien originalmente fue interpretado por Peter Cushing. Gracias a la magia de los efectos digitales, Cushing tiene un rol preponderante dentro del film. El resultado es sin duda impresionante, aunque no 100% convincente, pero la inclusión de Moff Tarkin tiene sentido gracias a la relación intrínseca entre el personaje y la Estrella de la Muerte. Además, el film explora algunas tensiones internas entre los villanos de la historia, lo cual explica la aversión de Darth Vader hacia la habilidad destructiva de la Estrella de la Muerte, cuya autoría no le pertenece.

El último tercio del film brinda la experiencia más emocionante, acompañado de escenas de acción muy bien estructuradas y de un emotivo desenlace para la mayoría de los personajes, con la excepción de Saw Guerrera, quien se queda corto en desarrollo. Los minutos finales retratan con gracia el impacto del sacrificio y esfuerzo de este grupo, hasta ahora desconocido. La transición hacia el episodio IV es manejada con emoción y elegancia, y Rogue One tendrá a partir de ahora una influencia incuestionable para quien vuelva a ver A New Hope. La Fuerza es poderosa con Rogue One.

Puntuación: 4,50 sobre 5.

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