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viernes, 15 de enero de 2016

STAR WARS: THE FORCE AWAKENS - De vuelta a una galaxia muy, muy lejana.

Este artículo contiene spoilers medianos acerca de la trama de Star Wars: The Force Awakens, mas no revela detalles sobre sus giros narrativos ni desenlace.

"Chewie, we're home".

La sensación preponderante durante los meses previos al estreno de Star Wars: The Force Awakens fue la intriga. ¿Llenará las ilógicas expectativas que los fanáticos se han creado?; ¿será mejor que las satanizadas precuelas de hace poco más de una década?; ¿capturará la esencia de la trilogía original?;¿volveremos a escuchar hablar sobre los midiclorianos?; ¿es Jar Jar Binks un caballero Sith?. Afortunadamente, la Fuerza está con el Despertar de la Fuerza.

The Force Awakens es oficialmente el episodio 7 de Star Wars y la continuación directa de "Return of the Jedi", el film de 1983 que concluyó con la derrota del Imperio Galáctico por parte de Luke Skywalker (Mark Hamill), Han Solo (Harrison Ford), la princesa Leia (Carrie Fisher) y el resto de la alianza rebelde. La historia tiene lugar unos 30 años después de aquel film y se centra en un nuevo reparto principal, al tiempo que trae de vuelta a las caras familiares que han ocupado y sobrevivido a los seis filmes anteriores, entre ellos los propios Luke, Solo y Leia, así como los amados Chewbacca (Peter Mayhew), C-3PO (Anthony Daniels) y R2-D2.

Rey, Finn y BB-8 huyen de la Primera Orden.
Los nuevos rostros están encabezados por Rey (Daisy Ridley), una joven chatarrera que vive en el desértico planeta Jakku, donde se gana la vida recuperando piezas de naves imperiales caídas, entre otros artefactos. Después de una de sus exploraciones, Rey se topa con BB-8, un simpático robot esférico que contiene información confidencial, tal y como R2-D2 cargase consigo un mensaje al inicio de "A New Hope". BB-8 pertenece a Poe Dameron (Oscar Isaac), un piloto de la Rebelión capturado por la Primera Orden, el nuevo grupo que pretende recuperar la conquista de la galaxia y acabar con la República. Encabezando la Primera Orden está Kylo Ren (Adam Driver), un aprendiz de sith que luce una máscara similar a la de Darth Vader y desea culminar el trabajó que éste comenzó.

Al igual que el Imperio, la Primera Orden posee un ejército de stormtroopers, aunque esta nueva versión no está conformada por clones sino por hombres y mujeres fieles a la causa imperial. Sin embargo, no todos los soldados parecen estar alistados bajo su voluntad, entre ellos Finn (John Boyega), un stormtrooper que deserta y escapa también a Jakku. El primer encuentro entre Finn y Rey sirve para dejar claro que Rey no es una típica damisela en apuros, sino una heroína que no requiere ser tomada de la mano para correr de un ataque imperial ni necesita de un hombre para pilotear una nave como el Millenium Falcon. Tras una de las mejores secuencias del film, donde ella conduce la legendaria nave para escapar de sus perseguidores, el grupo se topa con Han Solo y Chewbacca, dando inicio a la unión entre la antigua y la nueva generación de la saga.

Kylo Ren y su sable de luz (cuidado con cortarse un dedo).
El director J.J. Abrams, encargado de resucitar a la franquicia de Star Trek, rinde tributo a los elementos que hicieron de la trilogía original un gran éxito, lo cual mayoritariamente juega a favor del film. Las referencias y guiños a momentos memorables del pasado son variados, mientras que la estructura general del guión contiene bastantes similitudes con el episodio 4, A New Hope. La nostalgia es un arma poderosa, por lo que captar todas las referencias se convierte en un juego de memoria para los fanáticos, al tiempo que el deliberado número de referencias contribuye a preservar la esencia de la trilogía original. Sin embargo, el homenaje se vuelve menos sutil con la incorporación de algunos elementos bastante reciclados, como la amenaza (por tercera vez) de una Estrella de la Muerte y el correspondiente ataque a esta misma.

A pesar de las múltiples referencias, son los elementos originales los que brindan un nuevo aire al film y a la saga. Rey es sin duda una heroína ideal para estos tiempos y la debutante Daisy Ridley realiza un trabajo excepcional, combinando la nobleza de Luke Skywalker con el carisma de Han Solo para producir un personaje cuyo origen y destino es, desde ya, objeto de intriga para fanáticos nóveles y expertos. Por su parte, Finn no es el personaje más complejo, pero el también debutante John Boyega balancea con éxito sus habilidades humorísticas con su destreza física, al tiempo que le sigue el paso a Ridley y al propio Harrison Ford.



Los escritores no se propusieron la tarea ilógica de superar al villano más famoso de la historia del cine, sino que optaron por invertir el conflicto interno del personaje. La lucha de Kylo Ren es contra la bondad que le tienta a alejarse del lado oscuro de la Fuerza, en contraposición con la oscuridad que nubló el juicio de Anakin Skywalker y lo llevó a convertirse en Darth Vader. Las acciones de Ren son a veces irracionales y un tanto erráticas, lo cual lo convierte en un villano mucho más impredecible y temerario. La interpretación de Adam Driver, el único buen actor de la serie Girls, otorga un villano mucho más complejo e intrigante que el esperpento de Anakin Skywalker en la trilogía de precuelas.

Más allá de los nuevos rostros, la atracción principal del film es el regreso de Han Solo (junto a Chewbacca, por supuesto). A diferencia de Carrie Fisher y Mark Hamill, cuyos roles en la historia son limitados, Harrison Ford contiene tanto tiempo en pantalla como Rey y Finn. El actor septuagenario no muestra señal alguna de agotamiento más de tres décadas después de haber interpretado el papel que lo convirtió en estrella. Aunque no conocemos el pasado con lujo de detalles, el guión no requiere de tantos diálogos explicativos para hacernos entender que la relación entre Han y Leia no culminó en cuento de hadas, y los errores de Solo lo colocan en una posición más vulnerable que nunca. Esto no quiere decir que el mejor piloto de la galaxia deje de hacernos reir con su ligereza ante el peligro y su capacidad de improvisación, aunque se perciba sin duda un pase de antorcha entre dos generaciones que emana un halo de nostalgia alrededor del personaje.

BB-8 no es un efecto digital.
Para evitar el exceso de efectos digitales que embriagó a las precuelas, J.J. Abrams decidió utilizar la mayor cantidad posible de efectos prácticos o mecánicos. La mayoría de las criaturas son producto del trabajo de maquillistas y titiriteros, así como de ingenieros creativos. El mejor reflejo de este acercamiento es el ingenioso diseño de BB-8, quien a primera vista luce como un efecto digital, pero que en realidad consiste en un cuerpo esférico unido a su cabeza a través de imanes. Asimismo, la escena en una cantina similar a la de Tatooine permite que estos creadores jueguen con todo tipo de criaturas. Sin embargo, un par de personajes secundarios sí fueron creados digitalmente: Maz Kanata (Lupita Nyong'o), la dueña de la cantina y conocedora del poder de la Fuerza, y el líder supremo Snoke (Andy Serkis), a quien sólo vemos sentado en un gigantesco trono a través de una imagen holográfica mientras vocifera instrucciones a la Primera Orden.

A pesar de esto, los efectos digitales no escasean, de hecho se ven mejor que nunca, gracias a un delicado balance entre lo tangible y lo sintético. Solo por esto, The Force Awakens se puede considerar un triunfo, pero Abrams va mas allá de la tecnología y nos trae una historia con sangre en las venas, gracias principalmente a un grupo de personajes sobre quienes deseamos descubrir mucho más. El film no es perfecto, principalmente por el mencionado reciclaje de algunos elementos y la falta de desarrollo de un par de personajes, en especial Poe Dameron. Aun así, el director logra relanzar Star Wars para una nueva generación, la cual no necesita conocer todos los detalles del universo creado por George Lucas para engancharse a partir de este episodio. El futuro de Star Wars está en buenas manos, algo que no se podía afirmar desde hace mucho tiempo.

Puntuacion: 4,5 de 5.

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