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viernes, 1 de julio de 2016

INDEPENDENCE DAY: RESURGENCE - Una franquicia en jaque mate.

Una ciudad cae encima de otra.
"Independence Day" fue la película más popular de 1996. El film convirtió a Will Smith, en estrella de cine y recaudó más de 800 millones de dólares a nivel mundial. Los trailers que mostraban la destrucción de la Casa Blanca capturaron la curiosidad de millones en todo el planeta, mucho antes de que desastres de esa magnitud se convirtiesen en el pan de todos los días de cualquier blockbuster hollywoodense.  Sorprendentemente, una segunda parte no se materializó en los años siguientes a su estreno. Hizo falta esperar 20 años para saber si los extraterrestres volverían a atacar la Tierra, pero al fin está aquí "Independence Day: Resurgence", y el resultado es un desastre en el sentido más literal.

El presidente Whitmore ha vuelto.
Recientemente, "Jurassic Park" y "Star Wars" han lanzado secuelas que fungen también como reboots de sus respectivas franquicias, pues recrean los elementos más conocidos de los filmes originales y los colocan bajo nuevos escenarios. En el caso de "Resurgence", el film opta por copiar casi todos los momentos memorables de "Independence Day", pero sacrifica cualquier tipo de coherencia, en pro de mostrarnos que cuenta con el doble del presupuesto para generar toda la destrucción que el director Roland Emmerich aún tenía guardada en su mente, después de haber dirigido otros films de desastres como "The Day After Tomorrow" y "2012".

Los aliens han regresado, ahora con una nave más grande y poderosa, pero esta vez los humanos estamos listos para combatirlos, pues ahora dominamos la misma tecnología que ellos. Casi todo el elenco original está de vuelta:  David Levinson (Jeff Goldblum) está ahora a cargo del Área 51, mientras que el ex-presidente Whitmore (Bill Pullman), sufre de algún tipo de demencia post-alienígena; también están el Dr. Brakish Okhun (Brent Spiner), quien sobrevivió al ataque que pareció matarlo en el film anterior (sólo lo dejó en coma), y Julius Levinson (Judd Hirsch), el padre de David, que continúa angustiándolo con sus improperios de anciano judío. El gran ausente, por supuesto, es Will Smith, cuyo personaje ahora parece estar dividido entre su valiente hijo, Dylan Hiller (Jessie T. Usher), y el engreído Jake Morrison (Liam Hemsworth), ambos pilotos de aviación y rivales por un conflicto del pasado que nunca recibe mayor desarrollo. Este último está comprometido con Patricia Whitmore (Maika Monroe), la hija del ex-presidente Whitmore y también aviadora.



Hay otra docena de personajes nuevos. Por desgracia, la orgía de efectos especiales y escenas de acción devora el espacio para cualquier tipo de desarrollo que nos permita identificarnos con cualquiera de ellos, antiguos o debutantes. En el film original, Emmerich se tomó el tiempo para establecer las relaciones y conflictos entre cada uno de ellos, por más simples que fuesen. Cuando la destrucción empezó, los efectos especiales trabajaban en función del drama, no a cuestas de éste. En este caso, una ciudad en China es levantada del suelo y luego arrojada encima de Londres, pero la experiencia sólo produce confusión y un completo desapego, ante lo que debería sentirse como una gran tragedia. Al menos, los efectos especiales son de primera y generan un espectáculo visual impresionante, el único elemento que eleva a esta cinta por encima de la total mediocridad.

Jeff Goldblum haciendo lo que Jeff Goldblum hace.
En pro de recrear escenas del primer film, volvemos a ver a un extraterrestre ahorcar a un humano con sus tentáculos detrás de un vidrio, los alienígenas atacan al Área 51, un grupo de personas se infiltra en la nave extraterrestre y alguien se sacrifica a último minuto para vencer a los extraterrestres. De igual forma, el presidente Whitmore da un discurso, una sombra de uno de los mejores momentos del primer film. Mencionar todo esto no tiene la intención de revelar la trama, sino advertir que ya hemos visto una mejor versión de todas estas escenas, y no hay nada nuevo o interesante que las distinga. Para terminar de barrer con cualquier dosis de drama, Emmerich confunde el humor con la parodia. Los zapatos de tacón de Bryce Dallas Howard, que generaron tantas críticas en "Jurassic World", parecen una idea brillante al lado de escenas que parecen sacadas de un mal episodio de Los Tres Chiflados en esteroides.

Por supuesto, "Resurgence" tiene la osadía de dejar las puertas abiertas para una tercera entrega. Los resultados de la taquilla sugieren que esto no va a suceder, pero si Emmerich logra seguir adelante y convierte a "Independence Day" en una trilogía, es posible que no quede nadie con ganas de verla. "Resurgence" mató a una franquicia que debió quedarse con un sólo film.

Puntuación: 1 de 5.