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jueves, 16 de mayo de 2013

DISCONNECT: INTERNET COMO ARMA DE DOBLE FILO


Uno de los males más característicos en las sociedades de la segunda mitad del siglo XX es la paranoia. Gobiernos opresores o maliciosas corporaciones están siempre al acecho de todos los ciudadanos decentes para mantenerlos en cintura, aunque éstos no lo sepan. El gran hermano, pues, todo lo ve con fines presuntamente oscuros, porque no pueden tener otro tono. Internet, por su parte, ha democratizado esta paranoia. En el siglo XXI, las redes sociales se han convertido en una puerta para exponer todo sobre nuestras vidas frente a todo el que se considere nuestro "amigo" e incluso a la vista de completos desconocidos.

Esta visión por demás fatalista es la inspiración de Disconnect, película que quiere mostrarnos los peligros a los que nos exponemos cada vez que publicamos algo en Facebook, chateamos con un extraño o navegamos por sitios de dudosa moralidad. Henry Alex Rubin, director nominado al Oscar por el documental Murderball, salta al formato de ficción para contar tres historias inspiradas en situaciones verdaderas que se relacionan con el (mal) uso del Internet.

En uno de los relatos, una pareja treintañera (interpretada por Paula Patton y Alexander Skarsgård) intenta superar el reciente fallecimiento de su hijo, lo que lleva a la esposa, movida por el desasosiego, a entablar una relación amistosa con un desconocido via internet. Eventualmente éste obtiene toda la información necesaria sobre la pareja para cometer un fraude y vaciar sus cuentas bancarias. Por otro lado, un adolescente introvertido (Jonah Bobo) sufre una broma pesada cuando dos de sus compañeros de clase crean un perfil falso de Facebook y se hacen pasar por una chica que dice estar enamorada de él. La última historia muestra a una periodista (Andrea Riseborough) que busca destapar una red de pornografía de menores por internet a través de un joven que se gana la vida desnudándose frente a una webcam.

Aunque las historias se entrelazan mediante algunos personajes, el leitmotiv de Disconnect es la desconexión que experminentan al estar inmersos en sus computadoras y celulares a todo momento. El padre del adolescente acosado (Jason Bateman) es ciego a los abusos que éste sufre; los esposos estafados son cada vez más distantes entre sí en lugar de compartir su dolor; la periodista no piensa en las repercusiones que el joven puede sufrir al ser expuesto a los medios como un trabajador sexual.

 

Cuando la broma pesada se convierte en tragedia, el film alcanza su punto dramático más poderoso. Lamentablemente, lo que sucede después nos hace sospechar que el director y el guionista no conocen bien cómo funciona una red social como Facebook. A pesar de lo fácil que es identificar la diferencia entre un perfil auténtico y uno falso para cualquiera que utilice Facebook con relativa frecuencia, los personajes permanecen ciegos a este hecho por demasiado tiempo.

Inicialmente, las tres premisas resultan interesantes gracias a la facilidad con la que cualquier internauta puede identificarse con los conflictos que sufren los personajes, pero la película pierde coherencia a medida que la trama avanza. Patton y Skarsgård mantienen una dinámica interesante hasta que su historia se extiende a un punto inverosímil que le resta fuerza al drama que viven. Riseborough es convincente en su interpretación de periodista ambiciosa (porque así son todos los periodistas en el cine), aunque la pornografía de menores es un tema que no termina de encajar junto a las otras dos historias.

En general, Disconnect es un film entretenido que sataniza el uso del internet y las redes sociales con demasiada rigidez y algo de ignorancia. Las ideas que plantea son ciertamente interesantes y adecuadas para las audiencias de hoy pero, en aras de hacer un film comercial, son llevadas a extremos dramáticos que le restan autenticidad. La paranoia en este caso es explotada para manipular, pero no logra convencer.

Puntuación: 2.5 de 5.

Mas sobre Disconnect:
- Jason Bateman habla sobre cyber-bullying.
- Entrevista al director Henry Alex Rubin.







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