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martes, 17 de febrero de 2015

WHIPLASH: La tortura como método de inspiración

Un ensayo infernal.
Todo estudiante ha tenido instructores exigentes. Parte de la experiencia del aprendizaje consiste en salir de nuestra zona de confort para cuestionar los convencionalismos de la sociedad y obligarnos a formar nuestras propias convicciones, algo que pocos logran hacer por sí solos. Un buen profesor descubre el potencial en sus alumnos y busca guiarlos por el camino correcto, con el fin de que salgan del cascarón y expongan sus habilidades de la forma más provechosa.

En el film "Whiplash", un joven baterista llamado Andrew (Miles Teller) logra entrar a una prestigiosa escuela de música en la ciudad de Nueva York. Andrew es talentoso y arrogante en igual medida, lo cual le permite encajar con facilidad en su nuevo entorno. El profesor Fletcher (J.K. Simmons) no tarda en notar sus habilidades y lo invita a participar en la banda de la escuela, la cual dirige.

Fletcher posee una noción más extremista de los métodos de enseñanza. Con una fijación sádica, puede convertir un ensayo cualquiera en una verdadera pesadilla para aquel alumno que no ose igualar su tempo. Sus agresiones psicológicas, verbales, e incluso físicas, separan a los niños de los hombres en un maratón de resistencia donde el miedo es la herramienta de enseñanza y el sufrimiento está garantizado. 

J.K. Simmons es sin duda brillante como Fletcher, brindando lo que puede ser la mejor interpretación de su carrera. Su volatilidad lo hace impredecible y temerario, pero cualquier gesto de bondad de su parte, por más pequeño, luce como un triunfo para quien lo recibe.


"Full Metal Jacket" viene a la memoria al intentar explicar la experiencia que brinda el director y escritor primerizo, Damien Chazelle, con "Whiplash". La trama está basada en sus propias experiencias durante sus estudios de música en Princeton, los cuales abandonó. Esta historia no contiene el clásico arco narrativo donde la dinámica profesor-alumno evoluciona del desencuentro a la admiración, sino que adquiere un matiz cada vez más oscuro y desesperanzador.

La edición y la mezcla de sonido del film merecen especial reconocimiento por inyectar al film con dosis importantes de adrenalina, particularmente durante los enfrentamientos musicales entre Andrew y Fletcher, que son angustiantes y épicos en igual medida. El tono del film es más cercano al de un thriller de suspenso, donde la sangre corre por los nudillos de un joven baterista que intenta demostrarle a su abusivo instructor que no sucumbirá ante sus atropellos.

Aunque Simmons lleve la batuta, Miles Teller sorprende también en su rol protagónico. La perseverancia de Andrew es tan grande como su arrogancia. Al estar en la mejor escuela de música, desarrolla un complejo de superioridad que lo aísla de su propio padre (Paul Reiser), un profesor universitario a quien considera un fracasado, al tiempo que se cohibe de tomar en serio a una linda chica (Melissa Benoist) por la que muchos otros matarían. La obsesión de este talentoso baterista por alcanzar la grandeza lo llevará a pagar un precio muy alto.

Una conversación entre Fletcher y Andrew se convierte en el punto de reflexión central de la historia. Para Fletcher, la peor frase que puede escuchar cualquier artista es "buen trabajo", palabras que invitan a conformarse e inhibe cualquier capacidad de autocrítica y superación. Quizás las obras más importantes de la música, la literatura o las artes plásticas nunca habrían sido creadas si sus autores se hubiesen limitado a hacer sólo un buen trabajo, la interrogante queda en el aire, ¿es necesario llegar a métodos extremos para alcanzar la máxima inspiración?

Puntuación: 5 de 5.

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