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sábado, 8 de marzo de 2014

DALLAS BUYERS CLUB: La redención acompaña a la supervicencia


En los años 80, el virus del VIH sorprendió a una sociedad norteamericana que apenas se acostumbraba a la revolución sexual desatada en los años 60, pero que distaba mucho de ver a la homosexualidad como un elemento aceptable o reconocible. El virus consiguió en los homosexuales un modo de transporte mucho más rápido de lo que la ciencia o los gobiernos pudieron predecir, pero rápidamente se extendió más allá de una sola preferencia sexual. Fue así como Ron Woodroof, un promiscuo vaquero de Dallas, Texas, contrajo el VIH a pesar de no ser homosexual. Cuando le fue detectado el virus en 1985, los médicos le dieron 30 días de vida. Woodrof vivió 7 años.

"Dallas Buyers Club" cuenta la historia de la enfermedad de Woodrof (Matthew McConaughey), no con el fin de mostrar el final de la vida de un hombre sino el renacer de quien dio sentido a su vida cuando supo que su muerte se acercaba. Esta redención no ocurrió de forma superflua ni planificada, sino producto de su instinto de supervivencia, que lo llevó moribundo a buscar medicamentos en México cuando le fueron negados por sus médicos tratantes. Su habilidad para los negocios le permitió sacar provecho de la injusta situación a la que se exponían los pacientes con VIH, por lo que creó un club por membresía, donde los pacientes tendrían acceso a un número ilimitado de medicamentos importados ilegalmente, por la módica suma de $400 al mes.

Por más de dos décadas, tener VIH fue una sentencia de muerte, pero las primeras generaciones de infectados fungieron además como conejillos de indias en la implementación de drogas que deterioraban la calidad de vida de los pacientes y no proporcionaban mejoras significativas. El AZT es la droga que Woodrof persigue inicialmente tras ser rechazado por el Dr. Sevard (Denis O'Hare), su despectivo médico tratante interesado más en complacer a un laboratorio que en el bienestar de sus pacientes. Al mismo tiempo, la Dra. Eve (Jennifer Garner) entabla una relación mas empática con Woodrof, aún cuando sabe que su club evita que muchos pacientes vayan al hospital. En poco tiempo, el club de desahuciados se convierte en consultorio médico, con Woodrof a la cabeza como el médico de facto.



Durante una de sus visitas al hospital, Woodrof se topa con Rayon (Jared Leto), un transexual también infectado con VIH que se convierte en su socio. La aversión que Woodrof sintiese inicialmente hacia los gays se diluye progresivamente gracias a la nobleza de Rayon, algo inusual cuando muchos los culpaban por la existencia del SIDA. Pocos actores tienen el tino requerido para interpretar un papel de este tipo, pero la fisionomía de Leto combinada con su sensibilidad convierte a Rayon en un personaje memorable.

El guión de Craig Borten y Melisa Wallack, basado en un artículo de prensa sobre Woodrof de 1995, explora el desasosiego que sufrieron los pacientes de SIDA cuando casi nada se sabía sobre la enfermedad. En el caso de Woodrof, el sentido de pérdida alrededor de su enfermedad le impide imaginar una vida normal. Puede cortejar a alguien como Eve, pero el sentimiento nunca será recíproco. En el caso de Rayon, el desprecio de su padre lo lleva a refugiarse en el club y su amistad con Woodrof, lo más cercano a una familia que puede conseguir. La trama no se vuelve sentimentalista pero sí toca estos puntos para humanizar a quienes suelen ser vistos por muchos como cadáveres ambulantes o, en casos extremos, como degenerados que no merecen simpatía o apoyo.

McConaughey termina de sacudirse su imagen de actor de comedias románticas con su mejor interpretación hasta ahora, luego de que su carrera diera un giro significativo en películas como "The Lincoln Lawyer", "Magic Mike", "Mud" y la serie "True Detective". Woodrof es homofóbico, egoísta, terco, mujeriego, adicto a las drogas y alcohólico, pero McConaughey y el director Jean-Marc Vallée encuentran el balance adecuado para conectar con Woodrof y encontrar la nobleza de su conducta. Su liderazgo y creatividad lo llevaron a abogar por quienes sufrían como él, aún cuando debían pagar una membresía por este privilegio. Sus acciones dignificaron a muchos que no conseguían a dónde más acudir y sus ganas de vivir prolongaron y mejoraron las vidas de muchos otros. En algunos casos, una actitud egoísta puede conllevar a actos de generosidad.

Puntuación: 4.5 de 5.

Más sobre "Dallas Buyers Club":
- Cómo la película consiguió una nominación al Oscar al Mejor Maquillaje con $250 de presupuesto. (Vanity Fair)
- El verdadero legado del Dallas Buyers Club. (The Guardian)


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