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viernes, 2 de agosto de 2013

ESCLAVO DE DIOS: DOS CARAS DE LA FE


En julio de 1994, un carro bomba estalló frente a la Asociación Mutual Israelita Argentina en Buenos Aires, dejando un saldo de 85 personas fallecidas y más de 300 heridas. Las hipótesis más fuertes señalan al movimiento islámico libanés Hezbolá como responsable, pero ninguna organización terrorista asumió la autoría de dicho atentado y la policía argentina nunca encontró pruebas concretas que inculparan a una organización en particular. Alrededor de este contexto, el director Joel Novoa ubica la historia de su ópera prima, "Esclavo de Dios".

Admed Al Hassamah (Mohammed Alkhaldi) llega a Caracas, Venezuela, donde es recibido en la mansión de un hombre que se presenta como su mentor. Ambos se comunican en árabe, el idioma natal de Admed. Este misterioso mentor le ordena llevar una vida normal en dicha ciudad; trabajar, casarse y tener hijos, hasta el momento en que sea llamado para cumplir con su misión. Poco tiempo después, Admed empieza a ejercer su profesión de médico en un hospital capitalino y se casa bajo la religión cristiana con Inés (Daniela Alvarado), con quien tiene un hijo. Admed mantiene en secreto su verdadera identidad, orando a escondidas en dirección a La Meca, pero su felicidad como hombre de familia es auténtica.

El llamado no tarda en llegar y Amed deja todo atrás para irse a Buenos Aires. Allí convive con un grupo de compañeros que, como él, están a la espera de la orden para proceder con su sacrificio. Novoa muestra la interacción entre ellos como la de cualquier grupo de jóvenes que no carecen de las complejidades y nimiedades de cualquier otro mortal, decisión ingeniosa que humaniza a quienes son vistos como monstruos por la opinión pública. La convicción de cada uno de ellos no es igual, sobre todo después de experimentar una vida normal durante el largo tiempo que pasaron en anonimato.

En la misma ciudad, un agente del Mossad llamado David (Vando Villamil), se encuentra monitoreando la actividad de células terroristas islámicas en Latinoamérica, con una determinación que le permite incluso memorizar los rostros e identidades de cada uno de los hombres en su lista de más buscados. Como es de esperarse, los caminos de David y Admed se cruzan para dar comienzo a una cacería despiadada a lo largo de medio continente.


"Esclavo de Dios" muestra dos realidades antagónicas mas no disímiles: dos hombres que basan sus acciones de acuerdo a sus creencias religiosas, algo distorsionadas gracias a antecedentes traumáticos o al simple hecho de no querer entender al otro. Novoa relata una historia de suspenso muy bien construída que nos hace apostar por el bien de ambos personajes, a pesar de lo cuestionable de sus decisiones.

El crédito en el área actoral lo recibe Elia Schneider, madre de Novoa y productora del film, quien curiosamente se encargó de la dirección de un elenco excepcional de actores, entre ellos los venezolanos Laureano Olivares y Marialejandra Martín (en papeles secundarios hablando francés y hebreo, respectivamente). Quien no convence del todo en su papel de esposa sumisa es Daniela Alvarado, conocida por roles mucho más interesantes en comparación con el que desempeña en esta oportunidad. Por su parte, la ambientación en los años 90 y la dirección de arte también merecen elogios, no por su complejidad sino por la atención al detalle que le aporta una dimensión adicional de credibilidad al film.

Más allá de rechazar el asesinato de inocentes, el guión no toma partido por un lado o por otro, a pesar de lo que el CNAC (Centro Nacional Autónomo de Cinematografía) venezolano y algunos radicales quieran achacarle. El terrorismo como arma politica debe ser rechazado por cualquier ideología, más aún cuando quienes se inmolan no son precisamente los líderes poderosos de estos grupos sino por el contrario jóvenes de bajos recursos, educados y moldeados bajo una visión distorsionada de su religión. "Esclavo de Dios" no pretende resolver el eterno conflicto entre Israel y Palestina, sino abogar por el entendimiento entre dos partes que sufren igual pero no logran ser empáticos con la posición del otro, defecto que en general define a la condición humana, no sólo a quienes practican una u otra religión.

Puntuación: 4.5 de 5.

Más sobre "Esclavo de Dios":

- Entrevista a Mohhamed Alkhaldi y Joel Novoa en Chataing TV.

- Análisis de la polémica sobre la presentación del cortometraje "Palestina".

3 comentarios:

Maria Daniela Garrillo dijo...

Excelente review! Particularmente lo que me atrapo de la pelicula fueron las actuaciones, las expresiones y miradas de los personajes todo muy bien dirigido que le dan credibilidad a lo que sucede y nos permite conectar con los actores. Mas alla de la innecesaria controversia que la pelicula genero para algunos, me parece importantisimo que se presenten historias como esta en el cine venezolano, tratando temas tematicas distintas,que innoven e inviten a la reflexion

Daniel Monserat dijo...

Ciertamente es distinto a lo que usualmente se ve de cine venezolano, no tiene nada que envidiarle a otras producciones norteamericanas de ese estilo. Las actuaciones son excelentes! Vale la pena verla en el cine.

Mariana dijo...

Yo disfruté mucho de este filme. Me gustaron las actuaciones, la dirección, ni hablar del cuidado del arte y vestuario. Es una pieza de cine nacional que todos debemos estar orgullosos, primero por su alta calidad de realización y segundo porque logró manejar un conflicto religioso con posturas radicales con mucha sutileza y simplicidad, llamando a una reflexión objetiva al final. Bravo Joel!