En el espacio nadie te escucha gritar, pero en Marte se baila música disco. Este parece ser el modus operandi de "The Martian", la nueva obra del director Ridley Scott, maestro en contar historias fuera de este mundo como "Alien" y "Blade Runner". En esta oportunidad, el director nos brinda una de sus cintas más digeribles, apegándose mas a la ciencia que a la ciencia-ficción con el fin de honrar la esencia de la novela sobre la cual se basa el film.
Un grupo de astronautas de la misión Ares III de NASA se encuentra tomando muestras en el planeta rojo cuando una tormenta los toma por sorpresa. La premura de la situación los obliga a abandonar el planeta para sobrevivir, pero en el camino hacia la nave espacial, Mark Watney (Matt Damon) es golpeado por una antena y el grupo pierde su rastro. Sus compañeros no tienen otra opción que presumir su muerte y huir. Al culminar la tormenta, Watney recupera la conciencia y se halla completamente solo en el planeta. Gracias a su entrenamiento e intuición, el astronauta estima que una misión de rescate tardaría aproximadamente cuatro años en llegar a Marte, si es que alguien se entera de que está vivo.
Es conveniente saber sobre jardinería en Marte.
Por fortuna, Watney no es sólo un astronauta y científico, sino también un botanista. Valiéndose de los escasos recursos que encuentra dentro de la base, en cuestión de días es capaz de producir agua y de sembrar papa en suelo marciano. De igual forma, Watney no tiene más opción que conformarse con la única opción musical disponible: una colección de música disco encabezada por los éxitos de Abba. No existe tiempo para el melodrama cuando hay tanto que hacer para sobrevivir, lo cual diferencia considerablemente a "The Martian" de films como "Cast Away" o "Gravity". En vista de que el personaje no tiene con quien interactuar, el guión emplea ingeniosamente la grabación de un diario mediante el cual Watney mantiene un registro de sus actividades, algo muy en sintonía con los tiempos actuales, donde solo se necesita de un selfie stick para documentar cada instante de nuestras vidas. Matt Damon emana una combinación de carisma y experiencia que hacen de Watney un personaje completamente empático, por cuyo bienestar apostamos desde el inicio.
Pero "The Martian" no se limita a contar únicamente la historia del desaparecido, sino que dedica un espacio importante para quienes buscan rescatarlo. El director de la NASA, Teddy Sanders (Jeff Daniels), intenta evitar un desastre de relaciones públicas que golpee aún más los fondos de la agencia, y el descubrimiento de que Watney vive lo enfrenta con Vincent Kapoor (Chiwetel Ejiofor), el responsable de traer de vuelta a todos los astronautas del Ares III. A su vez, este grupo está liderizado por la capitana Melissa Lewis (Jessica Chastain), quien no deja de sentirse culpable por haber abandonado a su compañero en el planeta rojo.
Sí, Kristen Wiig actúa en el film.
En vista de que la historia abarca tres puntos de vista dentro de la misma situación, el film cuenta con gran número de personajes y no todos reciben el desarrollo adecuado, pero el guión de Drew Goodard proporciona varias sorpresas sin desviarse demasiado del objetivo principal: traer de vuelta a Watney. El encanto que destila el film se centra en lo plausible que toda la ciencia desplegada en la trama parece ser, a sabiendas de que en la realidad el hombre está aún lejos de viajar hasta Marte. Al mismo tiempo, se presentan algunos dilemas éticos donde todas las partes poseen argumentos válidos, sin que la historia satanice demasiado a alguna postura por encima de otra.
Scott es un director con una carrera llena de filmes memorables o intrascendentes en igual medida, pero "The Martian" se ubica dentro de sus trabajos más frescos y accesibles en al menos una década. En tiempos donde la tragedia parece ser requisito indispensable al contar cualquier historia dramática, el director nos invita a enfocarnos en aquello que nos mantendría con vida en una situación de ese tipo: contar con un propósito. No hay subtexto ni metáforas en esta travesía, pero existe una sensación de descubrimiento, e incluso de aprendizaje, que poco se consigue en el cine de hoy.