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lunes, 3 de diciembre de 2012

FLIGHT: "Nadie más podía aterrizar ese avión"

Un avión comercial presenta una falla mecánica en pleno vuelo y comienza a caer en picada a 48 mil pies de altura. El piloto Whip Whitaker (Denzel Washington) mantiene la calma ante una situación por demás incontrolable. Reaccionando más por instinto que por otra cosa, realiza una maniobra que, aunque coloca al avión totalmente boca abajo por segundos, genera una breve estabilidad que le permite aterrizar la nave en un campo abierto y salvar a más de un centenar de vidas. Señora y señores, tenemos un héroe.



Cuando Whip despierta en un hospital horas después, no hay celebración ni felicitaciones. Sólo caras largas y unos pocos rostros conocidos. El héroe está rodeado de duda y desconfianza. Resulta ser que este héroe es alcohólico y buen amigo de la cocaína, un detalle que ciertamente no pasará por debajo de la mesa a la hora de hacer una investigación.

Flight nos muestra el camino de la adicción que atraviesa un personaje con una ética cuestionable y nos reta a pensar si estamos apostando acertadamente por un deselance feliz para él. El acto heroíco de Whip es sin duda producto de la acción de un piloto talentoso. Como demuestran pruebas posteriores, nadie hubiese podido ejecutar la maniobra que él hizo y vivir para contarlo. El dilema planteado es si dicha proeza puede exhonerarlo de culpa por la irresponsabilidad que significó haber volado bajo la influencia inminente de alcohol y cocaína, la última eficientemente proporcionada por un dealer que merece su propia película, cortesía del siempre memorable John Goodman.


Washington se luce en su interpretación y nunca se va por los caminos fáciles que convierten actuaciones serias en clichés melodramáticos. Su lucha por dejar la bebida se traduce en varios intentos fallidos en los que el actor genuinamente expresa altibajos emocionables creíbles, con golpes eufóricos cuando está en control de sí mismo y una total entrega a sus excesos cuando no. De igual forma, Robert Zemeckis cuenta la historia de forma bastante tradicional, sin distracciones estéticas y con una narración completamente lineal, permitiendo que el drama personal de Whip sea el centro de atención de la cinta.

Tras la enervante secuencia inicial, la película adquiere un ritmo pausado que se acelera a medida que la adicción comienza a apoderarse de Whip e inevitablemente sus posibilidades de salir libre de responsabilidad se vuelven más diminutas. Flight no nos quiere dar un sermón sobre el alcoholismo, prefiere mostrarnos que no hay caminos cortos ni ataques momentáneos de fuerza de voluntad capaces de vencer un problema (una enfermedad) que destruye vidas, propias y ajenas. Pero un héroe es un héroe y a veces también le toca salvarse a sí mismo.

Puntuación: 4 de 5.


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"Robert Zemeckis returns to live action movies with Flight"